De BIÓN DE ESMIRNA (griego)
A la sombra de un haya frondosa
una tarde tranquilo dormía,
de repente hasta mi majestuosa
la gran reina de Pafos llegó.
su alma diestra al amor conducía,
que modesto sin arco ni aljaba,
de la tierra la vista no alzaba,
y así Venus benigna me habló:
“ ¡cuál me place la grata dulzura
de tus himnos, y el célico fuego;
y esa tan suave y tan pura
con que sueles mis glorias cantar!
¡Oh zagal! a Cupido te entrego:
dale, amigo, armoniosas lecciones;
presto sepa tan dulces canciones
repetir tu divino escolar”.
Citerea partió y al momento
mis sencillas canciones rurales
al compás de mi rudo instrumento
a enseñar a Cupido empecé.
¡Vano empeño! ¡Lecciones fatales!
¡Oh inocencia de mi ánima incauta!
cuál Minerva inventara la flauta
y Mercurio el laúd, le narré.
yo canté cual cítara de oro
forjó diestro el dulcísimo Febo;
cómo Pan su instrumento sonoro.
En Arcadia. De cañas formó.
distraído el alado mancebo
despreciaba mis castas historias;
y odas mil entonando amatorias
mis idilios jamás escuchó.
de las ninfas del mar las locuras
seductor celebra Cupido,
de su madre las tramas impuras,
y de Baco el procaz frenesí,
poco a poco dejé en el olvido
sepultadas mis églogas todas,
y de amor las impúdicas odas,
¡infelice! muy presto aprendí.
Versión de Montes De Oca (Mexicano)
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