De GUIDO CAVALCANTI (italiano)
Los ojos de la bella labradora
turban de modo tal la mente mía,
que en ella solamente se emplearía.
En cuanto ella me mira, me acobardo;
siente mi corazón como un temblor,
y nace de sus ojos, porque ardo,
un delicioso espíritu de amor;
y tiene para mi tanto valor,
que cuando él llega mi alma se desvía,
pues gozar su presencia no podría.
Siento luego surgir más de un suspiro
cuando de ella la mente me razona,
y penas por el aire llover miro
que matan de dolor la mi persona.
toda virtud entonces me abandona
hasta perder conciencia de mi ser,
y de la muerte créome en poder.
Tan quebrantado me hallo, que merced
no me atrevo siquiera a reclamar;
y encuentro a amor que dice: ella se ve
tan gentil que no puedo imaginar
que haya alguien que se atreva a la mirar,
y no exclame, vencida su porfía,
“si la mirase al punto moriría”.
Balada, cuando estés por dicha enfrente
de mi dulce aldeana, le hablarás
de mis congojas dolorosamente.
Dila: “el que a vos me manda está en desgracia,
más dice que esperar no osa la gracia
de hallar piedad, de tanta cortesía,
que a su amada hacer pueda compañía”.
Versión de F. MARISTANY (español)
Me precipito antes del día, me alcanzo con mi silencio guardador de mis palabras nacientes. Antes del día, he de venir con los ojos abiertos, sin mirar atrás.
martes, 13 de julio de 2010
BENDITO SEA EL AÑO. . .
De FRANCESCO PETRARCA (italiano)
Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.
Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.
Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.
Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.
Versión de F. MARISTANY (español)
Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.
Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.
Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.
Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.
Versión de F. MARISTANY (español)
¡CUAN BELLA SOIS, SEÑORA!
De LUDOVICO ARIOSTO (italiano)
¡Cuán bella sois, señora! Lo sois tanto,
que yo no vi jamás cosa más bella;
miro la frente y pienso que una estrella
mi senda alumbra con un brillo santo.
Miro la boca, y quedo en el encanto
de la dulce sonrisa que destella;
miro el áureo cabello, y veo aquella
red que amor me tendió con tierno canto.
Y de terso alabastro el seno y cuello,
los brazos y las manos, finalmente,
cuanto de vos se mira o bien se cree.
Es admirable ¡oh si!... y a pesar de ello
permitid que os lo diga osadamente:
mucho más admirable es aun mi fe.
Versión de F. MARISTANY (español)
¡Cuán bella sois, señora! Lo sois tanto,
que yo no vi jamás cosa más bella;
miro la frente y pienso que una estrella
mi senda alumbra con un brillo santo.
Miro la boca, y quedo en el encanto
de la dulce sonrisa que destella;
miro el áureo cabello, y veo aquella
red que amor me tendió con tierno canto.
Y de terso alabastro el seno y cuello,
los brazos y las manos, finalmente,
cuanto de vos se mira o bien se cree.
Es admirable ¡oh si!... y a pesar de ello
permitid que os lo diga osadamente:
mucho más admirable es aun mi fe.
Versión de F. MARISTANY (español)
SENSACIONES DE AMOR
De Antar Ben scedad (árabe)
Al aire en entorno mío le embalsama
embriagante perfume de jazmín.
¿Es la flor olorosa lo que siento,
o es acaso su aliento?
No lo pudiera el corazón decir.
De un gorjeo dulcísimo, lejano,
perciben mis oídos la inflexión.
¿Acaso en el aire trina un ave?
El alma no lo sabe:
Pudiera ser el eco de su voz.
¿Qué contemplan mis ojos asombrados?
¿Ricas perlas de nítido matiz,
que aquí trajera un mercader de oriente,
o la mirada ardiente
adivina su boca al sonreír?
Miro un rayo de luz iluminando
con su fulgor el vasto espacio azul.
¿Es la luna que elevase en el cielo
o acaso el velo
van sus pupilas destellando luz?
En el Oasis próximo se mueve,
cuando apenas la puedo distinguir,
del tamarindo la crujiente rama,
¿O es que, acaso, me llama
su mano, con un frémito sutil?
¿Has clavado en la arena algún guerrero
su poderosa lanza? No lo sé.
que el corazón he dado rienda suelta,
y al verla tan esbelta
adivino su forma de mujer.
¿Es un narciso oculto lo que miro
en el plantel de flores del jardín,
y su albura mis ojos maravilla?
¿O es su blanca mejilla,
más fresca que las flores del pensil?
* * *
¿Veis cómo la adoro?
¿Veis cómo deliro?
Siempre entorno de ella
gira el corazón.
Y mi pecho exhala
férvido suspiro,
latiendo incansable
con ansias de amor.
¡Abla! ¡Oh, dulce nombre
de la amada mía,
donde se concentran
raudales de luz,
germen fecundante
de mi poesía,
que encantas las horas
de mi juventud!
A los enemigos,
cándida doncella,
no temas, arteros,
mientras viva yo,
que en vano me oponen
injusta querella,
mientras lucha el brazo
con rudo valor.
Versión de CARMELA EULATE SANJURJO (española)
Al aire en entorno mío le embalsama
embriagante perfume de jazmín.
¿Es la flor olorosa lo que siento,
o es acaso su aliento?
No lo pudiera el corazón decir.
De un gorjeo dulcísimo, lejano,
perciben mis oídos la inflexión.
¿Acaso en el aire trina un ave?
El alma no lo sabe:
Pudiera ser el eco de su voz.
¿Qué contemplan mis ojos asombrados?
¿Ricas perlas de nítido matiz,
que aquí trajera un mercader de oriente,
o la mirada ardiente
adivina su boca al sonreír?
Miro un rayo de luz iluminando
con su fulgor el vasto espacio azul.
¿Es la luna que elevase en el cielo
o acaso el velo
van sus pupilas destellando luz?
En el Oasis próximo se mueve,
cuando apenas la puedo distinguir,
del tamarindo la crujiente rama,
¿O es que, acaso, me llama
su mano, con un frémito sutil?
¿Has clavado en la arena algún guerrero
su poderosa lanza? No lo sé.
que el corazón he dado rienda suelta,
y al verla tan esbelta
adivino su forma de mujer.
¿Es un narciso oculto lo que miro
en el plantel de flores del jardín,
y su albura mis ojos maravilla?
¿O es su blanca mejilla,
más fresca que las flores del pensil?
* * *
¿Veis cómo la adoro?
¿Veis cómo deliro?
Siempre entorno de ella
gira el corazón.
Y mi pecho exhala
férvido suspiro,
latiendo incansable
con ansias de amor.
¡Abla! ¡Oh, dulce nombre
de la amada mía,
donde se concentran
raudales de luz,
germen fecundante
de mi poesía,
que encantas las horas
de mi juventud!
A los enemigos,
cándida doncella,
no temas, arteros,
mientras viva yo,
que en vano me oponen
injusta querella,
mientras lucha el brazo
con rudo valor.
Versión de CARMELA EULATE SANJURJO (española)
SEDUCCIÓN
De Kushal Khan (afgán)
Tus undosos cabellos,
Que a tu rostro dan sombra,
A la espalda te caen
Y fulgura radiosa
Tu pupila brillante,
Y se ría tu boca.
Y me embriaga los ecos
De tu voz melodiosa,
Como el vino aromático,
Que se vierte en las copas:
¡ay qué dulce es tu beso
Y que fresca es tu boca!
Y al mirar tus mejillas,
Que son hojas de rosa,
Mis pupilas contemplan,
Fascinadas, absortas,
Los hoyuelos formados
Al reír de tu boca.
Y tu beso dulcísimo
Cual la flor, tiene aroma:
El perfume del cáliz
Con que embriaga la rosa,
Y las almas seduces
Al besar de tu boca.
Tus traiciones olvido,
¡es tu faz tan hermosa!
Cuando dices mirándome:
“¡Mis pecados perdona!”
Y se ríen tus ojos,
Como ríe tu boca.
Mis amigos te llaman
Desleal, veleidosa,
¡mas no hay otra tan bella!
¡toda el alma me roban
Tus pupilas negrísimas,
Y el reír de tu boca!
Versión de CARMELA EULATE SANJURJO (española)
Tus undosos cabellos,
Que a tu rostro dan sombra,
A la espalda te caen
Y fulgura radiosa
Tu pupila brillante,
Y se ría tu boca.
Y me embriaga los ecos
De tu voz melodiosa,
Como el vino aromático,
Que se vierte en las copas:
¡ay qué dulce es tu beso
Y que fresca es tu boca!
Y al mirar tus mejillas,
Que son hojas de rosa,
Mis pupilas contemplan,
Fascinadas, absortas,
Los hoyuelos formados
Al reír de tu boca.
Y tu beso dulcísimo
Cual la flor, tiene aroma:
El perfume del cáliz
Con que embriaga la rosa,
Y las almas seduces
Al besar de tu boca.
Tus traiciones olvido,
¡es tu faz tan hermosa!
Cuando dices mirándome:
“¡Mis pecados perdona!”
Y se ríen tus ojos,
Como ríe tu boca.
Mis amigos te llaman
Desleal, veleidosa,
¡mas no hay otra tan bella!
¡toda el alma me roban
Tus pupilas negrísimas,
Y el reír de tu boca!
Versión de CARMELA EULATE SANJURJO (española)
A SU AMADO
De SAPHO (griega)
Igual parece a los eternos dioses
quien logra verse frente a ti sentado;
¡feliz si goza tu palabra suave,
suave tu risa!
•••
A mí en el pecho el corazón se oprime
sólo en mirarte: ni la voz acierta
de mi garganta a prorrumpir; y rota
calla la lengua.
•••
Fuego sutil dentro de mi cuerpo todo
presto discurre: los inciertos ojos
vagan sin rumbo; los oídos hacen
ronco zumbido.
•••
Cúbrome toda de sudor helado;
pálida quedo cual marchita yerba;
y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
muerta parezco.
Versión de M. MENENDEZ Y PELAYO (español)
Igual parece a los eternos dioses
quien logra verse frente a ti sentado;
¡feliz si goza tu palabra suave,
suave tu risa!
•••
A mí en el pecho el corazón se oprime
sólo en mirarte: ni la voz acierta
de mi garganta a prorrumpir; y rota
calla la lengua.
•••
Fuego sutil dentro de mi cuerpo todo
presto discurre: los inciertos ojos
vagan sin rumbo; los oídos hacen
ronco zumbido.
•••
Cúbrome toda de sudor helado;
pálida quedo cual marchita yerba;
y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
muerta parezco.
Versión de M. MENENDEZ Y PELAYO (español)
FOR EVER
A Juan T. Mejía y Porfirio Herrera
Cuando esta frágil copa de mi vida,
que de hermosuras rebosó el destino,
en la revuelta bacanal del mundo
ruede en pedazos, no lloréis, amigos.
Haced de un rincón del Cementerio,
sin cruz ni mármol, mi postrer asilo,
después, ¡oh! mis alegres camaradas,
seguid vuestro camino.
Allí, solo, mi amada misteriosa,
bajo el sudario inmenso del olvido,
¡cuán corta encontraré la noche eterna
para soñar contigo!
Fabio Fiallo (puertorriqueño)
Cuando esta frágil copa de mi vida,
que de hermosuras rebosó el destino,
en la revuelta bacanal del mundo
ruede en pedazos, no lloréis, amigos.
Haced de un rincón del Cementerio,
sin cruz ni mármol, mi postrer asilo,
después, ¡oh! mis alegres camaradas,
seguid vuestro camino.
Allí, solo, mi amada misteriosa,
bajo el sudario inmenso del olvido,
¡cuán corta encontraré la noche eterna
para soñar contigo!
Fabio Fiallo (puertorriqueño)
EL RETRATO DE LA AMADA
De Anacreonte (griego)
¡Oh, pintor excelente!
Del arte dueño en la florida Rodas;
Para que pintes a mi ninfa ausente
Vengo a contarte sus bellezas todas:
Sus fértiles cabellos
Imiten los plumones de las aves,
Y si la cera lo consiente, en ellos
De esencias pon los hálitos süaves;
Bajo la oscura mancha
De la melena undívaga y dispersa,
En grácil línea, de su enfrente ensancha
El ara ebúrnea, luminosa y tersa;
Porque la curva ceja
No se junte a su hermana ni se aparte
Huyendo esquiva su gentil pareja,
Con albo punto sus dominios aparte;
La lumbre de sus ojos
Luz de carbones encendidos sea;
Imita los de Palas sin enojos
Y el húmedo mirar de Citerea;
Deshoja en leve taza
De leche campesina frescas rosas,
Y mojado el pincel, su nariz traza
Y de su faz las tintas ruborosas;
En su boca menuda
Finja reclamos tu inspirado toque:
Incite al beso con palabra muda,
Y a desatar sus pétalos provoque;
De la garganta en torno
Las Gracias juguetonas revolando,
Escuden con sus alas el contorno
Del móvil cuello repulido y blando.
De su carne divina
Muéstrenos tu pincel blanco destello,
Que el ojo tras la púrpura adivina
El ágil tallo inmaculado y bello.
Amor mi labio sella. . .
Escucha la esperanza que me enciende:
¡ya ven mis ojos la sin par doncella
Que de tu claro lienzo se desprende!
Versión de Guillermo Valencia (colombiano)
¡Oh, pintor excelente!
Del arte dueño en la florida Rodas;
Para que pintes a mi ninfa ausente
Vengo a contarte sus bellezas todas:
Sus fértiles cabellos
Imiten los plumones de las aves,
Y si la cera lo consiente, en ellos
De esencias pon los hálitos süaves;
Bajo la oscura mancha
De la melena undívaga y dispersa,
En grácil línea, de su enfrente ensancha
El ara ebúrnea, luminosa y tersa;
Porque la curva ceja
No se junte a su hermana ni se aparte
Huyendo esquiva su gentil pareja,
Con albo punto sus dominios aparte;
La lumbre de sus ojos
Luz de carbones encendidos sea;
Imita los de Palas sin enojos
Y el húmedo mirar de Citerea;
Deshoja en leve taza
De leche campesina frescas rosas,
Y mojado el pincel, su nariz traza
Y de su faz las tintas ruborosas;
En su boca menuda
Finja reclamos tu inspirado toque:
Incite al beso con palabra muda,
Y a desatar sus pétalos provoque;
De la garganta en torno
Las Gracias juguetonas revolando,
Escuden con sus alas el contorno
Del móvil cuello repulido y blando.
De su carne divina
Muéstrenos tu pincel blanco destello,
Que el ojo tras la púrpura adivina
El ágil tallo inmaculado y bello.
Amor mi labio sella. . .
Escucha la esperanza que me enciende:
¡ya ven mis ojos la sin par doncella
Que de tu claro lienzo se desprende!
Versión de Guillermo Valencia (colombiano)
JARAHUI
Llorar. . . llorar, igual que esta fontana
Y khatira tendría
Para su sed mis lágrimas.
Florecer. . . Flores como esta mayhua. . .
Khatira me pondría
En el sagrado vaso de su alma.
Cantar. . . cantar igual que esta urpi ufana. . .
Khatira me daría
Su corazón como florida rama.
Ser luz. . . ser luz de estrella solitaria
Khatira me tendría
Frente a su vida como eterna lámpara. . .
Jesús Lara (boliviano)
Y khatira tendría
Para su sed mis lágrimas.
Florecer. . . Flores como esta mayhua. . .
Khatira me pondría
En el sagrado vaso de su alma.
Cantar. . . cantar igual que esta urpi ufana. . .
Khatira me daría
Su corazón como florida rama.
Ser luz. . . ser luz de estrella solitaria
Khatira me tendría
Frente a su vida como eterna lámpara. . .
Jesús Lara (boliviano)
TU QUEJA
Enarenado de oro y de jacinto
se cubrió de violetas el sendero
de tus orejas que un dolor austero
fue recorriendo con su alfanje al cinto.
Eros alado, el inmortal flechero,
te miraba llorar desde su plinto;
el venusto rosal, en rosa tinto,
imploraba a la flor del limonero.
Cayó el poniente de tu rostro en mi hombro
y se alargó el crepúsculo en asombro
del líbico negror de tu quedeja.
Y a modo de bellísima azafata
la noche vino, con piel de plata,
por el oro y Jacinto de tu queja.
Roberto Brenes Mesén (costarricense)
se cubrió de violetas el sendero
de tus orejas que un dolor austero
fue recorriendo con su alfanje al cinto.
Eros alado, el inmortal flechero,
te miraba llorar desde su plinto;
el venusto rosal, en rosa tinto,
imploraba a la flor del limonero.
Cayó el poniente de tu rostro en mi hombro
y se alargó el crepúsculo en asombro
del líbico negror de tu quedeja.
Y a modo de bellísima azafata
la noche vino, con piel de plata,
por el oro y Jacinto de tu queja.
Roberto Brenes Mesén (costarricense)
SÁBADO
Te alejas, como siempre, a la hora en que el crepúsculo
vuelve de un lila dulce las garzas de tus manos
que vuelan en la tarde entre los cabrilleos
de las primeras luces vesperales del sábado.
Y la calle te arroya con su explosión de ruidos,
y de ti sólo queda un íntimo recuerdo
que se anuda a mi vida llenándola de aquella
luz lila de las garzas de tus manos en vuelo.
Y evocándote escucho cómo rasgas el aire,
con alas migratorias, al volar tus palabras;
y la lumbre violeta de la tarde se azula;
para velar tus sueños y alentar mi esperanza.
Martín Paz (centroamericano)
vuelve de un lila dulce las garzas de tus manos
que vuelan en la tarde entre los cabrilleos
de las primeras luces vesperales del sábado.
Y la calle te arroya con su explosión de ruidos,
y de ti sólo queda un íntimo recuerdo
que se anuda a mi vida llenándola de aquella
luz lila de las garzas de tus manos en vuelo.
Y evocándote escucho cómo rasgas el aire,
con alas migratorias, al volar tus palabras;
y la lumbre violeta de la tarde se azula;
para velar tus sueños y alentar mi esperanza.
Martín Paz (centroamericano)
EL AMANTE INSOMNE
Viene soplando el polvo de las hojas
La brisa que ha dormido en las montañas;
Viene disolviendo oro,
Deshaciéndose en lágrimas
Detrás de los corvos montes
La aurora tibia y pálida;
Oh, luz, armonía, éter,
Vida, rubia mañana!
El amor no ha dormido…
-buenos días, amada.
Francisco Gavidia (salvadoreño)
La brisa que ha dormido en las montañas;
Viene disolviendo oro,
Deshaciéndose en lágrimas
Detrás de los corvos montes
La aurora tibia y pálida;
Oh, luz, armonía, éter,
Vida, rubia mañana!
El amor no ha dormido…
-buenos días, amada.
Francisco Gavidia (salvadoreño)
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