De LUDOVICO ARIOSTO (italiano)
¡Cuán bella sois, señora! Lo sois tanto,
que yo no vi jamás cosa más bella;
miro la frente y pienso que una estrella
mi senda alumbra con un brillo santo.
Miro la boca, y quedo en el encanto
de la dulce sonrisa que destella;
miro el áureo cabello, y veo aquella
red que amor me tendió con tierno canto.
Y de terso alabastro el seno y cuello,
los brazos y las manos, finalmente,
cuanto de vos se mira o bien se cree.
Es admirable ¡oh si!... y a pesar de ello
permitid que os lo diga osadamente:
mucho más admirable es aun mi fe.
Versión de F. MARISTANY (español)
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