CrónicaPoética @Davpapelcronica

martes, 11 de junio de 2013

ROMANCE DE LO IMPOSIBLE

Siempre aquí. De carne o sombra
perenne ausencia a mi lado.
Cada minuto es un muro
de piedra contra mis pasos.

Tuvo que llegar. ¡Llegaste!
Mi vida, sobre el espanto
de lo imposible, por siempre
quedó deshecha, temblando.

No hay luz que te dibuje
ni momento sin tus labios.
Vas por las venas del aire,
densidad de los espacios.

Te ven sin querer los ojos.
Te tocan, dura, mis manos.
Dice el viento tus palabras.
Crea el silencio tu canto.

¿Cómo huir de esta amargura
de lo imposible extrañado?
¿No habrá en el mundo rincones
donde no suenen tus pasos?

De mirar tu lejanía
tengo los ojos cansados
y dormido en la garganta
gusto de arrayán amargo.

No me quemaré en tus pechos,
no me quemarán tus manos
nunca tu cuerpo en la sombra
será el alba de mis llantos.

Y he de ir siempre así, perdido,
en este miedo insensato
de buscarte y nunca verte,
de hallarte y correr temblando.

JOAQUÍN ROMERO MORUBE (español)

DISTANCIAS

Llegar debimos juntos, como crecen
juntas dos olas que en el punto nacen;
como a un tiempo dos nubes resplandecen
y en el éter a un tiempo se deshacen;

cual dos aves unidas se guarecen
y en concertar sus cantos se complacen;
como dos ramos a la par florecen
porque sus flores a la par se enlacen.

¡Y cuán lejos de mi viniste al mundo!
huyes, viviendo, y yo tu huella adoro
sin que logre anudar amantes lazos,

como el sol por el ámbito profundo
lanza en pos de la luna el carro de oro,
y nunca habrá de asirla entre sus brazos.
                              MIGUEL ANTONIO CARO (colombiano)

NEVER MORE

                              “Mírame bien: soy lo que pudo ser;
                                también me llaman: nunca más,
                                demasiado tarde, adiós”.
                                Dante Gabriel rosseti

Pudo ser… ¡y no fue! Tú la elegida
fuiste para ser sol en mi camino,
¡pero un oculto, despiadado sino
sólo un instante te acercó a mi vida!

Pudo ser y no fue. La presentida
por mi eterna inquietud de peregrino
de amor, fuiste en mi noche del destino
como una vaga irradiación perdida…

En medio de la sombra y la distancia
reconoció tu espiritual fragancia
mi corazón, pero tembló cobarde…

Y sólo un punto –como dos espadas–
se cruzaron no más nuestras miradas
para decirse: “demasiado tarde”.
                         ERNESTO NOBOA CAAMAÑO (ecuatoriano)

lunes, 10 de junio de 2013

LA BALADA DEL HUMO

El amor sólo es una pipa de opio. Fumo,
fumo mi pipa y sueño.
Como mi pensamiento, una espiral de humo
va tejiendo el fantástico diseño
de lo que, cuando fumo,
sueño.

Embriagado de amor no sé hasta cuándo
se prolongue el ensueño voluptuoso en que vivo.
Deja que me recline sobre tu seno blando.
Sobre tu seno evoco, pensativo,
todo lo que soñando
vivo.

Envuelto en la penumbra que horada el braserillo,
entorno las pupilas nostálgicas de sueño.
La llama tiene a veces alucinante brillo,
una voluta alarga su diseño
y, junto al braserillo,
sueño.

Sueño. Tu imagen estremece
mis nervios laxos. Tiene los caprichos del humo
tu forma, esa divina forma que me enloquece;
pero, cuando más cerca te presume,
te alejas de mi alma y al fin se desvanece
tu visión, como el humo.

                                                  ÁNGEL CORAO (venezolano)

LA FORMA DE QUERER TÚ...

La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.

Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.

Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.

                                     PEDRO SALINAS (español)

NOCTURNO

¡Pues bien!, yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero

con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,

que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto,

y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre

de mi última ilusión.

Yo quiero que tú sepas

que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido

de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas

las esperanzas mías
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni en dónde

se alzaba el porvenir.

De noche, cuando pongo

mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero

mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,

y al fin de la jornada,
las formas de mi madre

se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves

en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos

jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos

no me he de ver jamás;
y te amo y en mis locos

y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes,

adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos

te quiero mucho más.

A veces pienso en darte

mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos

y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo

y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga,

pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga

con este corazón?

Y luego que ya estaba

concluido el santuario,
tu lámpara encendida,

tu velo en el altar,
el sol de la mañana

detrás del campanario,
chispeando las antorchas,

humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos

la puerta del hogar...

¡Qué hermoso hubiera sido

vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre

y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,

yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,

los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros

mi madre como un Dios!

¡Figúrate qué hermosas

las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje

por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,

mi santa prometida;
y al delirar en eso

con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno

por ti, no más por ti.

Bien sabe Dios que ese era

mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,

mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada

cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho

en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos

cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza...

mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo

que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última,

amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,


la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!                         
                                MANUEL ACUÑA (mexicano)

LA AMADA IMPOSIBLE

¡Mi corazón, mi juventud y Ella!
El mundo gime de dolor, en tanto
mi errante corazón busca su huella
alucinado por su raro encanto. 

Mi juventud apacentaba ensueños
en el piélago rosa de la aurora,
mientras para mis penas, los beleños
destilaban su esencia bienhechora.

Ella incógnita y vaga, eco y fragancia
de músicas y flores extrahumanas,
diluida en el azul de la distancia
o en el rubio fulgor de las mañanas.

Lejana e irreal como el acento
de una canción perdida en lontananza,
mas tan íntima en mi alma que la siento
sahumar con su ternura mi esperanza.

Mujer, astro, fulgor, arpegio o trino,
aroma o flor, espuma o ritornelo.
Sé que no cruzarás por mi camino,
mientras más imposible, más te anhelo.

Amé el azul porque el azul tenía
la serena pureza de tus ojos;
canté a la aurora porque en ella había
la ideal sonrisa de tus labios rojos.

Yo corporizaré tu vaga esencia
en una gema rara, deslumbrante
y un símbolo serás, con la apariencia
de un verso, de una flor o de un brillante.
                                                   JESÚS CASTRO (hondureño)