¡Mi corazón, mi juventud y Ella!
El mundo gime de dolor, en tanto
mi errante corazón busca su huella
alucinado por su raro encanto.
mientras para mis penas, los beleños
destilaban su esencia bienhechora.
diluida en el azul de la distancia
o en el rubio fulgor de las mañanas.
mas tan íntima en mi alma que la siento
sahumar con su ternura mi esperanza.
Sé que no cruzarás por mi camino,
mientras más imposible, más te anhelo.
canté a la aurora porque en ella había
la ideal sonrisa de tus labios rojos.
y un símbolo serás, con la apariencia
de un verso, de una flor o de un brillante.
JESÚS CASTRO (hondureño)
El mundo gime de dolor, en tanto
mi errante corazón busca su huella
alucinado por su raro encanto.
Mi juventud apacentaba ensueños
en el piélago rosa de la aurora, mientras para mis penas, los beleños
destilaban su esencia bienhechora.
Ella incógnita y vaga, eco y
fragancia
de músicas y flores extrahumanas,
diluida en el azul de la distancia
o en el rubio fulgor de las mañanas.
Lejana e irreal como el acento
de una canción perdida en
lontananza, mas tan íntima en mi alma que la siento
sahumar con su ternura mi esperanza.
Mujer, astro, fulgor, arpegio o
trino,
aroma o flor, espuma o ritornelo.
Sé que no cruzarás por mi camino,
mientras más imposible, más te anhelo.
Amé el azul porque el azul tenía
la serena pureza de tus ojos; canté a la aurora porque en ella había
la ideal sonrisa de tus labios rojos.
Yo corporizaré tu vaga esencia
en una gema rara, deslumbrante y un símbolo serás, con la apariencia
de un verso, de una flor o de un brillante.
JESÚS CASTRO (hondureño)
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