Gonzalo Arango
Al escribir no bebo, ni me estupefaciento, ni me inspiro. A lo sumo estoy algo aburrido, o no timbró el teléfono para oír su voz de jazz que tanto me gusta, o estoy harto de medir la extensión tornasolada de Junín, recibiendo el homenaje indignado de los energúmenos.
El nadaísta opina:
- no hay que estar orgullosos de ser hombre, ni de pensar. ¿ves ese par de moscas que se aman? (señala los bichos con el bolígrafo) Ese par de moscas son felices, si supieran qué cosa es la felicidad.
Refuta el humanista:
- pero el hombre es el que ha inventado la palabra “mosca” y la palabra “felicidad”. En eso radica su horrible superioridad sobre los otros animales. A través del lenguaje nombra las cosas como un reclutamiento a la existencia, las convoca de la nada al ser.
El nadaísta cierra la discusión:
- ¿Qué necesidad hay que decir “mosca” si ella es? Esas moscas hacen el amor sin saber qué es el amor. Para ellas la vida es un lenguaje. En cambio el lenguaje del hombre es un lenguaje para asesinar la vida, un lenguaje de enterradores, un lenguaje de muertos.
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